El Salvador divide su tesoro de Bitcoin ante la amenaza cuántica

- El Salvador redistribuyó sus casi 6.300 BTC en 14 direcciones como medida de seguridad, aunque analistas recuerdan que la amenaza cuántica real aún está a décadas.
- Las compras diarias de 1 BTC que la Oficina Nacional asegura realizar contrastan con el informe del FMI, que sostiene que no se han adquirido desde febrero.
Seguridad y narrativa política
La Oficina Nacional de Bitcoin (ONBTC) de El Salvador anunció la división de la reserva nacional de 6.284 BTC en 14 direcciones independientes, ninguna con más de 500 BTC. El objetivo declarado: “mejorar la seguridad” ante la eventualidad de que la computación cuántica logre vulnerar las firmas criptográficas que protegen las direcciones de Bitcoin.
👉 También puedes leer: ¿Cuánto Bitcoin tienen los gobiernos en 2025?
La estrategia responde a una práctica común entre grandes custodios: diversificar las direcciones para mitigar riesgos en caso de ataques. Si bien las firmas ECDSA de Bitcoin serían teóricamente vulnerables a una computadora cuántica suficientemente avanzada, los informes técnicos coinciden en que esa capacidad aún está a décadas de distancia. En ese sentido, más que una necesidad inmediata, la medida funciona como un gesto político y de confianza en la estrategia de largo plazo de Nayib Bukele.
El desfase entre narrativa y realidad
El anuncio se produce en un contexto de fricción con el Fondo Monetario Internacional. En julio, el presidente del banco central y el ministro de Hacienda informaron al organismo que el Estado no ha realizado nuevas compras de bitcoin desde febrero, en línea con compromisos de transparencia adquiridos en un programa de préstamo.
Suscríbete y recibe las mejores actualizaciones e informes en tu bandeja de entrada
Sin embargo, la ONBTC continúa publicando en redes sociales que compra 1 BTC diario, lo que plantea una contradicción difícil de ignorar. Si la narrativa oficial busca transmitir consistencia en la acumulación, los reportes al FMI muestran límites financieros y regulatorios que condicionan la política económica salvadoreña.
¿Protección real o estrategia de comunicación?
Más allá del componente técnico, el traslado a múltiples direcciones tiene un valor simbólico: proyectar a El Salvador como pionero en gestión institucional de bitcoin, adelantándose a riesgos tecnológicos que aún no amenazan de forma tangible. En la práctica, la verdadera discusión está en otro frente:
- La viabilidad de seguir acumulando BTC en medio de compromisos financieros internacionales.
- El costo político de sostener una narrativa de compras diarias frente a datos oficiales que lo contradicen.
- El impacto en la credibilidad del país como referente de adopción estatal de Bitcoin.
La experiencia salvadoreña se convierte así en un espejo para otros países que evalúan políticas similares: no basta con acumular, también hay que gestionar la percepción y la coherencia frente a actores externos como el FMI.
La redistribución de las reservas de bitcoin en El Salvador evidencia cómo la gestión del activo digital trasciende lo técnico y se entrelaza con política, narrativa e imagen internacional. Mientras la amenaza cuántica sigue siendo lejana, el verdadero desafío para Bukele es sostener un discurso coherente frente a inversionistas y organismos multilaterales. El movimiento de fondos puede reforzar la seguridad de las tenencias, pero la credibilidad se resguarda con hechos verificables más que con anuncios en redes sociales.