15 firmas cripto quieren acceso directo a la Fed

- Un grupo creciente de empresas cripto y fintech ha solicitado cartas fiduciarias al regulador bancario estadounidense, intentando ganar acceso al sistema financiero tradicional.
- El objetivo de fondo: obtener una cuenta maestra en la Reserva Federal y operar sin intermediarios bancarios.
En un movimiento que marca un nuevo capítulo en la interacción entre el sistema financiero tradicional y el ecosistema cripto, al menos 15 compañías del sector han presentado solicitudes para obtener un trust charter ante la Office of the Comptroller of the Currency (OCC) en Estados Unidos. Entre los solicitantes figuran actores de peso como Circle y BitGo, que buscan alinearse más estrechamente con las estructuras bancarias establecidas. Pero el verdadero objetivo tras bambalinas va más allá de una integración operativa: se trata del acceso a las codiciadas master accounts de la Reserva Federal.

Estas cuentas maestras —reservadas históricamente a instituciones depositarias federales— ofrecen acceso directo al sistema de pagos de la Fed. En la práctica, esto permitiría a una firma cripto emitir y liquidar pagos sin necesidad de pasar por la banca tradicional, logrando así un nivel de independencia y eficiencia sin precedentes. Para una industria que ha hecho de la descentralización su estandarte, la posibilidad de interactuar directamente con la infraestructura monetaria central es tanto una estrategia táctica como una batalla simbólica.
Sin embargo, el camino no está libre de obstáculos. A pesar de que la OCC ha mostrado en el pasado cierta receptividad a la incorporación de firmas cripto —como lo evidenció la aprobación del estatuto fiduciario para Anchorage y Paxos bajo la gestión de Brian Brooks en 2021—, el escepticismo persiste en otras instituciones clave. La Reserva Federal, por su parte, se ha negado hasta ahora a considerar automáticamente elegibles a las entidades cripto con estatuto fiduciario. El caso más visible es el de Custodia Bank, con sede en Wyoming, que mantiene una disputa legal en curso con la Fed tras la denegación de su solicitud de cuenta maestra.
Las preocupaciones del banco central no son menores: se centran en el riesgo sistémico, la posible evasión regulatoria (regulatory arbitrage) y el debilitamiento de la arquitectura bancaria tradicional de dos niveles. Esta postura ha recibido el respaldo de instituciones financieras tradicionales como Bank of America, que advierten sobre las posibles consecuencias de permitir que entidades menos reguladas accedan a la infraestructura crítica del sistema monetario estadounidense.
El debate ocurre en un momento especialmente delicado para la política financiera en EE. UU. Mientras el Congreso se prepara para discutir el proyecto de ley GENIUS —que podría obligar a los emisores de stablecoins a cumplir con normas estrictas de identificación de clientes y reporte de actividades sospechosas bajo la Bank Secrecy Act—, las firmas cripto intensifican sus esfuerzos de cabildeo en Washington.
Desde una perspectiva estructural, el corazón del asunto gira en torno a quién controla el acceso a la columna vertebral del sistema monetario. En un ecosistema donde la soberanía financiera y la desintermediación son valores centrales, el deseo de las firmas cripto por obtener acceso directo a la Fed plantea un dilema: ¿puede la infraestructura heredada adaptarse a nuevos actores sin comprometer su estabilidad? ¿O es precisamente esta integración la que permitirá escalar y legitimar a largo plazo al ecosistema cripto?
La confirmación de Jonathan Gould —protegido de Brooks— como nuevo líder de la OCC podría marcar un giro hacia una postura más favorable al otorgamiento de cartas fiduciarias, reabriendo un espacio que estuvo en pausa durante la administración Biden. Pero, como han demostrado los últimos años, el acceso institucional no se gana solo con innovación: requiere confianza regulatoria, alineación normativa y, en última instancia, aceptación política.
En un mundo financiero en evolución, donde la línea entre cripto y banca se vuelve cada vez más difusa, esta disputa encarna algo más profundo: la redefinición de qué constituye una institución financiera legítima en el siglo XXI. Para el inversor informado, entender este choque regulatorio no es solo una cuestión de política pública, sino una ventana hacia la futura configuración del poder monetario global.