Bitcoin: la minería enfrenta su mayor ajuste en años

- ¿Qué implica una caída del 7.5 % en la dificultad minera?
- ¿Puede Bitcoin estabilizar redes eléctricas mientras sufre por el calor?
La red de Bitcoin acaba de experimentar el mayor ajuste de dificultad de minería desde 2021, marcando un cambio inesperado en la dinámica de poder de procesamiento global. Este fenómeno, que muchos asocian a factores técnicos, climáticos y geopolíticos, plantea preguntas cruciales sobre el futuro de la minería y su papel en los sistemas energéticos.

¿Qué es el ajuste de dificultad y por qué importa?
El protocolo de Bitcoin está diseñado para que se mine un nuevo bloque aproximadamente cada 10 minutos. Para mantener este ritmo, el sistema recalibra su dificultad cada 2.016 bloques, lo que suele ocurrir cada dos semanas. Si la producción de bloques es más rápida o más lenta de lo previsto, la dificultad se ajusta en consecuencia.
El pasado 29 de junio, la red registró un ajuste negativo del 7.50 %, lo que significa que minar nuevos bloques será más fácil para los participantes restantes. Esta reducción tiene un solo precedente similar en los últimos años: la histórica caída del hashrate tras la prohibición china de minería en 2021, que obligó a desconectar más del 50 % de la capacidad global. En este caso, la caída fue más moderada: el hashrate bajó de 942 EH/s a 782 EH/s, pero el impacto ha sido significativo.
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El papel de Texas y el calor extremo
Contrario a lo que muchos sospechaban inicialmente —como los incidentes en Irán—, la principal causa parece haber sido el verano abrasador en Estados Unidos, especialmente en Texas. El estado concentra una parte sustancial del poder de minado global y, curiosamente, ha desarrollado un modelo único de colaboración entre el sector eléctrico y los mineros.
Durante olas de calor, los mineros texanos interrumpen voluntariamente su actividad para liberar energía al sistema, ayudando a evitar apagones y estabilizar la red eléctrica. Esta capacidad de actuar como «carga flexible» se ha convertido en una herramienta crucial para el operador de red local, que incluso ha cancelado planes de nuevas centrales eléctricas gracias a la respuesta inmediata de los mineros.
En 2023, más del 57 % de los mineros de Texas suspendieron operaciones durante los picos de consumo, devolviendo 888 GWh al sistema. Esto equivale a abastecer a cerca de 80.000 hogares durante un mes completo. Actualmente, los mineros pueden aportar hasta 3 GW en momentos críticos.
Minería y geopolítica energética
El caso de Texas revela una oportunidad poco explorada: utilizar la minería de Bitcoin como herramienta para balancear redes eléctricas en contextos de alta penetración de energías renovables. A diferencia de las centrales térmicas o nucleares, los mineros pueden encenderse y apagarse de forma instantánea sin consecuencias operativas graves.
Este enfoque contrasta con lo que ocurre en Europa, donde las políticas parecen ir en dirección contraria. En Francia, se ignoran propuestas para integrar la minería con la energía nuclear, y en Noruega, donde hay exceso de energía hidroeléctrica, se amenaza a los mineros con restricciones o impuestos adicionales.
Además, los proyectos para reciclar el calor residual generado por los equipos ASIC —particularmente en países escandinavos— están en expansión. Desde granjas verticales de alimentos hasta calefacción urbana, Bitcoin está demostrando que su impacto puede ir más allá de lo financiero.
Una industria más verde de lo que se cree
La minería de Bitcoin ha sido históricamente criticada por su consumo energético. Sin embargo, los datos más recientes apuntan en otra dirección. Según estimaciones actualizadas, más del 52 % de la energía usada por la red Bitcoin proviene de fuentes renovables, y esta proporción va en aumento.
Esto se debe a un simple principio económico: la electricidad más barata suele ser la más limpia, como la eólica nocturna, la solar en exceso o la hidroeléctrica infrautilizada. En regiones con excedentes de energía y baja demanda, los mineros encuentran entornos ideales para operar de forma rentable y sostenible.
Más que bloques: un fenómeno sistémico
El reciente ajuste de dificultad no es solo una anécdota técnica. Refleja la madurez creciente del ecosistema Bitcoin, donde factores como el clima, la infraestructura energética y la geopolítica influyen cada vez más en su funcionamiento.
Lejos de ser un “desperdicio de energía”, la minería está mostrando un potencial transformador para la gestión energética moderna. Desde la cancelación de centrales eléctricas hasta la reducción de subsidios ineficientes, su papel como herramienta de equilibrio eléctrico es una de las historias menos contadas —pero más poderosas— del sector.
En un mundo que busca cada vez más resiliencia energética, Bitcoin podría convertirse en una solución inesperada.