Bitcoin, desde comercio de hamburguesas hasta reserva estratégica

- ¿Puede Bitcoin pasar de ser un método de pago marginal a convertirse en el activo central de las finanzas globales?
- Desde las hamburguesas hasta los balances de las grandes empresas, los números comienzan a respaldar esta transición.
+11 % de aumento en ventas reportó Steak ’n Shake tras aceptar pagos en Bitcoin.
De la resistencia a la estrategia: Bitcoin evoluciona de refugio individual a columna vertebral empresarial.
De experimento de pago a ventaja competitiva
La historia de Steak ’n Shake —una de las cadenas más antiguas de EE. UU.— se ha convertido en un caso práctico que ilustra cómo la adopción de Bitcoin empieza a generar resultados medibles en el comercio minorista. Desde mayo de 2024, la compañía permite pagos con Bitcoin y Lightning en EE. UU. y Europa. Los efectos fueron tangibles: las ventas en las mismas tiendas aumentaron 10,7 % en el segundo trimestre de 2025, y las comisiones de procesamiento se redujeron a la mitad respecto a los pagos con tarjeta.
En una industria cuyos márgenes operativos rara vez superan el 5 %, un ahorro del 50 % en tarifas no es anecdótico: es una mejora directa del margen que puede financiar innovación y reinversión. El propio director de operaciones de la empresa lo resumió así:
“Bitcoin es más rápido que las tarjetas de crédito, y cada transacción nos cuesta la mitad”.
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Más allá del ahorro, la integración de Bitcoin permitió eliminar devoluciones de cargos y acelerar las liquidaciones, un beneficio clave para los equipos financieros. Pero el dato más revelador fue el impacto demográfico: el 94 % de los usuarios que pagaron con Bitcoin pertenecen a generaciones Millennial o Z, segmentos de consumidores con alto valor de vida útil.
Bitcoin, en este contexto, dejó de ser una curiosidad tecnológica para transformarse en un canal de adquisición de clientes y en un símbolo de modernidad corporativa.
Bitcoin como “dinero de resistencia”
Mientras el comercio minorista experimenta con la utilidad práctica, en el terreno filosófico surge un marco más profundo. El libro Resistance Money: A Philosophical Case for Bitcoin —escrito por Andrew Bailey, Bradley Rettler y Craig Warmke— replantea a Bitcoin como una forma monetaria de libertad.
Lejos del idealismo, los autores reconocen sus límites: Bitcoin no acabará con las guerras ni restaurará la economía global. Pero sí soluciona un problema esencial: la dependencia de intermediarios para realizar intercambios libres. En palabras de los autores, “Bitcoin es dinero de resistencia”, una herramienta para quienes enfrentan censura, inflación o exclusión financiera.
Ese concepto se traduce en casos reales: disidentes rusos o nigerianos, mujeres afganas que usan Bitcoin para preservar su autonomía, o comerciantes estadounidenses que enfrentan trabas bancarias por normativas federales. Todos comparten un rasgo común: la necesidad de un dinero sin permiso, resistente a confiscaciones y compatible con la dignidad individual.
La obra propone una pregunta ética más amplia:
¿Preferiríamos un mundo con Bitcoin o sin él, si no supiéramos quiénes somos ni dónde nacimos?
Bajo ese “velo de ignorancia”, Bitcoin se revela no solo como un activo digital, sino como una institución monetaria basada en reglas y no en discreción política. Su existencia amplía las opciones de libertad económica y sirve como antídoto frente a la arbitrariedad de los sistemas monetarios centralizados.
La revolución de las tesorerías corporativas
La visión filosófica encuentra su eco en la esfera empresarial. El modelo inaugurado por MicroStrategy —rebautizada como Strategy— cambió para siempre la gestión de tesorerías. Hoy, más de 1 millón de BTC están en manos de corporaciones públicas y privadas, equivalentes a más de 120 000 millones USD en activos a octubre de 2025.
Michael Saylor convirtió a su compañía en una referencia de ingeniería financiera: emisión de deuda convertible, captaciones de capital con prima sobre valor neto y reinversión constante en Bitcoin. Solo en 2024, el rendimiento del BTC por acción (BPS) de Strategy creció 74,3 %, sin depender del mercado spot, sino del arbitraje estructural interno.
La lógica es sencilla pero poderosa: mientras Bitcoin se aprecia a tasas anuales compuestas de entre 25 % y 35 %, las empresas pueden financiarse a menos del 8 % y capturar el diferencial. Así, cada ronda de capital genera más BTC por acción, fortaleciendo el valor subyacente de la compañía.
El fenómeno se replica. Metaplanet en Japón, Marathon Digital, CleanSpark y Riot Platforms en EE. UU. forman parte de un ecosistema en rápida expansión, que ya muestra procesos de consolidación. En septiembre de 2025, Strive adquirió Semler Scientific por 1.340 millones USD, con una prima del 210 %, combinando reservas de 10.900 BTC.

Sin embargo, el sector enfrenta su propio termómetro: el mNAV, o múltiplo de valor neto mensual. Cuando este cae por debajo de 1.0x, la confianza se erosiona y se activan ventas forzadas. Actualmente, alrededor del 30 % de las compañías de tesorería cotizan en esa zona crítica, lo que anticipa más fusiones o liquidaciones. El propio mNAV de Strategy descendió de 6.0x (2021) a 1.21x (2025), reflejo de un mercado exigente pero también de una oportunidad: los proyectos con negocios operativos sólidos pueden recomprar acciones y acumular BTC a descuento.
Bitcoin como columna vertebral del nuevo orden financiero
Desde el mostrador de una hamburguesería hasta el balance de una corporación tecnológica, Bitcoin está redefiniendo la noción de confianza económica. Lo que comenzó como “dinero de resistencia” se está transformando en una infraestructura de soberanía financiera, utilizada por individuos, empresas y comunidades enteras.
Su valor ya no reside solo en la especulación de precios, sino en su capacidad para reducir costos, mejorar márgenes, garantizar liquidez y ofrecer independencia frente a sistemas financieros frágiles. Los minoristas descubren ventajas operativas; los filósofos, implicaciones éticas; los directores financieros, estrategias de supervivencia ante la inflación estructural.
La pregunta que queda para los próximos años no es si Bitcoin será aceptado, sino quién podrá permitirse no adoptarlo.