19 de abril de 2025

China no negoció, pero igual ganó

 China no negoció, pero igual ganó
  • La administración estadounidense suaviza su postura arancelaria y otorga exenciones clave a productos tecnológicos, incluyendo a China entre los beneficiados.
  • El giro inesperado en la guerra comercial sugiere una estrategia más pragmática, pero abre interrogantes sobre la preparación y objetivos reales de ambos bloques económicos.

La última semana marcó un cambio drástico en la política comercial de Estados Unidos. Tras semanas de endurecimiento retórico y medidas que muchos interpretaban como una escalada hacia una “guerra económica” con China, la administración ha retrocedido parcialmente: tarifas arancelarias más moderadas, un período de negociación de 90 días, y clave para los mercados la exclusión de chips y smartphones del paquete sancionatorio. Más importante aún, China fue incluida entre los países beneficiarios de las exenciones, algo impensado apenas unos días antes.

Este giro refleja una tensión interna en la administración: la necesidad de mantener firmeza geopolítica frente a Pekín, versus la presión inmediata de Wall Street y los efectos sobre Main Street. En el lenguaje de poder del marco D.I.M.E. (Diplomacy, Information, Military, Economic), el frente económico había pasado a ocupar un rol central, desplazando incluso la diplomacia.

La implicancia para el ecosistema cripto no es menor. La volatilidad macro, particularmente cuando proviene de decisiones unilaterales e impredecibles en Washington, ha sido históricamente uno de los catalizadores de movimientos en el precio de Bitcoin. La percepción de riesgo sistémico tanto por guerra comercial como por inestabilidad institucional ha alimentado narrativas de refugio en activos descentralizados. Sin embargo, esta corrección táctica también sugiere que el mercado podría haber sobrerreaccionado a los primeros anuncios.

El viernes anterior al anuncio de las exenciones, los mercados se posicionaban para un lunes negro. La expectativa era de una nueva ronda de represalias chinas, cadenas de suministro tensionadas y activos de riesgo bajo presión. Sin embargo, el alivio fue inmediato: subas generalizadas en bolsas, compresión de spreads de crédito, e incremento en las tasas de los bonos soberanos, reflejando menor aversión al riesgo. Bitcoin acompañó con una recuperación parcial, tras haber sido arrastrado por la correlación con los activos tecnológicos de alta beta.

Pero el trasfondo estructural no cambia:

  • La administración sigue presionando por cuotas de importación obligatorias, lo que representa un cambio cualitativo respecto a simples tarifas.
  • Exige “cláusulas anti-China” en los acuerdos bilaterales, forzando a sus socios a limitar relaciones con Pekín.
  • La manipulación de divisas y las barreras no arancelarias siguen sin solución clara y pueden volver a la mesa de conflicto en cualquier momento.

A nivel macroeconómico, los fundamentos aún sugieren riesgo de recesión. Aunque el giro político da oxígeno a los activos de riesgo, el déficit fiscal proyectado se ampliará con el aumento del techo de deuda y el incremento del gasto militar (de $800.000 millones a $1 billón). Este tipo de expansión fiscal sin ancla sólida en ingresos es combustible para la inflación futura y presión sobre el dólar, dos variables clave que los tenedores de Bitcoin siguen de cerca.

¿Y qué papel juega Bitcoin?

Bitcoin se encuentra en un momento de transición estructural. Si en 2023 fue empujado por narrativas institucionales ETF spot, adopción bancaria, entornos de tasas altas, en 2025 su rol vuelve a verse influido por su perfil geopolítico. En un mundo que oscila entre bloques (Occidente vs. China) y donde las divisas nacionales se transforman cada vez más en herramientas de poder, Bitcoin se reafirma como alternativa neutral, resistente a manipulaciones estatales.

La reacción de BTC a los eventos recientes fue moderada, pero significativa. El precio, que había corregido fuertemente ante la perspectiva de un choque comercial total, mostró una recuperación rápida tras el anuncio de las exenciones tecnológicas. Esto indica que aún persiste sensibilidad a los flujos macro, pero también que el mercado entiende la importancia de que China no haya sido excluida por completo. No obstante, si en futuras negociaciones EE.UU. fuerza a terceros países a limitar relaciones con Pekín, podríamos volver a ver tensiones sistémicas y una posible migración hacia activos no soberanos.

Si bien el dólar podría fortalecerse en el corto plazo ante la expectativa de menor inflación y mayor crecimiento, el aumento del gasto y la imprevisibilidad política siguen siendo amenazas de fondo. En ese entorno, Bitcoin se convierte en un instrumento de cobertura más atractivo, particularmente en escenarios de represión financiera o fragmentación del comercio global.

La política económica estadounidense en 2025 parece combinar improvisación táctica con una estrategia de fondo más agresiva. Este tipo de ambigüedad entre pragmatismo y unilateralismo genera un entorno ideal para activos que no dependen de bancos centrales, ni de acuerdos bilaterales, ni de reglas impuestas por potencias económicas. En otras palabras, la narrativa de Bitcoin como activo soberano sigue viva, y cada crisis comercial no resuelta la hace más relevante.

Publicaciones relacionadas