Un minero solitario vence al hashrate global de Bitcoin

 Un minero solitario vence al hashrate global de Bitcoin
  • Con apenas 270 TH/s —el 0,00002 % del poder de cómputo de la red— un minero individual obtuvo una recompensa de 3,133 BTC, equivalentes a $284.633.
  • La probabilidad estadística: un evento esperado una vez cada 82 años, en una red que hoy supera los 1,15 ZH/s de hashrate total.

El bloque 927.474 fue minado a través de CKpool, una plataforma que permite minería individual sin compartir recompensas. El resultado: 3,133 BTC, valorados en $284.633 al momento del hallazgo. En un ecosistema donde la consistencia suele primar sobre la suerte, este evento destaca precisamente por lo contrario: la varianza extrema que sigue siendo parte inherente del diseño de Bitcoin.

Un golpe estadístico contra un océano de hashrate

Para dimensionar el hecho, conviene poner los números en perspectiva. El minero operaba con aproximadamente 270 TH/s, repartidos en tres máquinas cercanas a los 90 TH/s cada una, una configuración coherente con equipos ASIC de generación anterior como los Antminer S19 refrigerados por aire.

Esa potencia representa apenas 0,00002 % del hashrate total de la red, que el 11 de diciembre rondaba los 1,15 zettahashes por segundo (ZH/s). En términos prácticos, la probabilidad de que un minero con esa capacidad encuentre un bloque en un día promedio es de 1 entre 30.000, lo que estadísticamente equivale a resolver un bloque una vez cada 82 años.

Hashrate y dificultad de Bitcoin en niveles históricamente elevados. Fuente: mempool

Frente a esto, los grandes actores del sector juegan en otra liga. Empresas públicas como MARA Holdings operan alrededor de 59,4 EH/s, mientras que IREN supera los 50 EH/s. Aun así, la red no distingue nombres ni balances: solo reconoce hashes válidos. Y, de forma excepcional, uno de ellos provino esta vez de un actor diminuto.

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Recompensa, comisiones y la economía post-halving

Del total obtenido, 3,125 BTC correspondieron al subsidio fijo del bloque, mientras que 0,008 BTC provinieron de comisiones de transacción. Aunque esta última cifra pueda parecer marginal, refleja un punto relevante: en el actual entorno post-halving, las tarifas siguen teniendo un peso reducido frente al subsidio, a pesar del crecimiento en el uso de la red y episodios puntuales de congestión.

Este detalle es clave para inversores que observan la sostenibilidad de la minería a largo plazo. El diseño de Bitcoin anticipa un escenario donde las comisiones deberán compensar la reducción progresiva del subsidio. Sin embargo, eventos como este recuerdan que, por ahora, la estructura de incentivos sigue dependiendo mayoritariamente de la emisión programada.

¿Por qué alguien mina en solitario?

Desde una lógica puramente financiera, la minería en solitario es difícil de justificar. La mayoría de los mineros pequeños optan por pools compartidos para obtener ingresos más estables y previsibles, aunque eso implique renunciar a la posibilidad de una recompensa completa.

La minería individual funciona más como una estrategia de alta varianza, comparable a una lotería técnica: probabilidades extremadamente bajas, pero con un premio potencialmente transformador. Para algunos operadores, especialmente aquellos con hardware propio ya amortizado o acceso a energía competitiva, el costo de “probar suerte” puede resultar asumible.

No es la primera vez que ocurre. En meses recientes, un minero con apenas 6 TH/s logró resolver un bloque contra probabilidades estimadas de 1 entre 180 millones, obteniendo una recompensa cercana a los $265.000 en ese momento. Casos así no cambian la matemática de la minería, pero sí refuerzan una verdad incómoda: mientras exista prueba de trabajo, la suerte no desaparece, solo se diluye.

Señales sobre descentralización y narrativa

Más allá de lo anecdótico, estos episodios cumplen una función simbólica dentro del ecosistema. En un contexto donde el hashrate se concentra cada vez más en grandes instalaciones industriales, la posibilidad —aunque remota— de que un minero individual valide un bloque completo actúa como recordatorio de que Bitcoin sigue siendo, en esencia, un sistema abierto.

No se trata de romantizar la minería doméstica ni de ignorar las economías de escala que dominan el sector. Pero sí de reconocer que el protocolo no discrimina por tamaño, capitalización bursátil o acceso a financiamiento institucional. La única variable que importa es el hash correcto en el momento preciso.

Al momento de este evento, Bitcoin cotizaba cerca de los $92.264, con una subida diaria del 2,2 %. El mercado apenas reaccionó al suceso, como era de esperar: no altera la oferta, no modifica la demanda y no cambia el ritmo de emisión. Sin embargo, aporta algo menos cuantificable pero relevante: narrativa.

En un ecosistema cada vez más profesionalizado, dominado por balances, deuda corporativa y estrategias industriales, este bloque minado en solitario recuerda que Bitcoin aún conserva un componente probabilístico y neutral que ningún actor puede eliminar. No es una señal para replicar la estrategia, pero sí una lección sobre la naturaleza del sistema: incluso en una red de zettahashes, la puerta nunca está completamente cerrada para quien decide participar bajo las reglas del protocolo.