Ripple recauda mil millones mientras Solana tambalea: ¿estrategia o manipulación?

 Ripple recauda mil millones mientras Solana tambalea: ¿estrategia o manipulación?
  • Ripple prepara una recaudación de 1.000 millones de dólares mediante una SPAC para comprar su propio token XRP.
  • El movimiento despierta dudas sobre legalidad, transparencia y concentración de poder en un mercado cripto frágil.


$1.000 millones en XRP serían adquiridos por una entidad controlada por Ripple bajo una “Tesorería de Activos Digitales” (DAT).
La operación busca estabilizar la oferta y atraer capital institucional, pero coincide con un mercado bajista y con Solana desplomándose 17 % semanalmente.

Una SPAC al servicio del propio token

Ripple Labs, la empresa detrás del token XRP, se dispone a realizar una de las maniobras más controversiales del año: recaudar mil millones de dólares a través de una SPAC (Special Purpose Acquisition Company) con el único fin de comprar su propio activo digital.


El fondo se estructurará bajo un vehículo denominado Digital Asset Treasury (DAT), una figura inspirada en modelos de acumulación corporativa como MicroStrategy o Metaplanet, pero aplicada a un token preminado.

El objetivo declarado es “estabilizar la oferta de XRP y fortalecer su adopción en pagos institucionales”. Sin embargo, el método elegido —una SPAC que reúne inversores externos para recomprar un activo emitido por la misma compañía— ha generado serias dudas éticas y legales.

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Como escribió un analista en Coindesk:

“Ripple está consiguiendo que inversores externos inviertan en una SPAC para comprar solo su token… Esto simplemente demuestra que están tratando de aumentar el precio de su criptomoneda”.

Una estrategia que borra la línea entre acumulación y manipulación

Ripple controla directamente 4.700 millones de XRP (unos US $ 11.000 millones) y mantiene otros 35.900 millones bloqueados en depósito, liberados mensualmente. En otras palabras, más del 80 % de la oferta total está bajo su órbita o su supervisión indirecta.


Si a eso se suma un fondo externo financiado por terceros para comprar más XRP, el efecto combinado sería una concentración sin precedentes de la liquidez del token.

El argumento oficial —“crear estabilidad y transparencia”— es técnicamente válido si se ejecuta con reglas públicas, límites claros y auditoría verificable. Pero si la estructura termina funcionando como una recompra indirecta de tokens financiada por terceros, Ripple estaría transitando la delgada frontera entre gestión de tesorería y manipulación de mercado.

De hecho, en el contexto estadounidense, la operación podría despertar preguntas regulatorias. Las SPAC son vehículos sujetos a supervisión de la SEC, y un uso orientado a recomprar un activo propio podría ser visto como un conflicto de interés, especialmente si el token es objeto de controversia legal, como ha ocurrido con XRP.

Un contexto adverso: Bitcoin cae y Solana se hunde

El momento no podría ser más delicado. Mientras Ripple ensaya esta jugada corporativa, el mercado cripto atraviesa un episodio de liquidaciones masivas:
Bitcoin cayó 3 % el jueves, y el sector altcoin amplificó las pérdidas. En ese entorno, Solana (SOL) retrocedió 6 % en 24 horas y más de 17 % en la semana, perdiendo soporte en torno a los US $ 176.

Técnicamente, Solana enfrenta un RSI cercano a 39 (zona de sobreventa) y una presión bajista sostenida tras haber tocado máximos por encima de US $ 220.
Las medias móviles de 20 y 100 días convergen, y la de 200 días —nivel seguido por gestores cuantitativos— pende de un hilo. Si se rompe, los siguientes soportes clave serían US $ 168 y US $ 150.


El mercado, claramente, no está en condiciones de absorber más volatilidad institucional.

Ripple y la promesa de “hablar el idioma de las finanzas”

En su narrativa pública, Ripple insiste en que su objetivo es “hablar el idioma de los directores financieros”. La compra de GTreasury por 1.000 millones de dólares refuerza esa línea: ofrecer a corporaciones y bancos una infraestructura para manejar depósitos tokenizados y pagos con XRP.


El problema es que esta ambición corporativa choca con la naturaleza descentralizada que la industria cripto pretende preservar.

Un fondo que compra XRP para estabilizar el precio no es distinto, en esencia, a un banco central digital privado: emite, controla, interviene y ajusta el mercado de su propio activo.
Eso podría otorgar a Ripple un poder desproporcionado sobre la liquidez y el comportamiento del token, contradiciendo la lógica de oferta-demanda libre que sustenta el espíritu original de las criptomonedas.

Entre innovación y riesgo sistémico

Ripple no es una startup cualquiera. Su influencia en la infraestructura de pagos global es innegable, y su búsqueda de puentes con las finanzas tradicionales es estratégica. Pero la forma en que lo hace —utilizando una SPAC para financiar la compra de su propio token— plantea interrogantes graves.

El mercado de criptomonedas no necesita más ingeniería financiera opaca, sino más transparencia y límites claros entre emisión, inversión y manipulación.
Si el modelo DAT-SPAC prospera, otras empresas podrían intentar replicarlo, creando un precedente riesgoso de concentración y control artificial del precio.
En un ecosistema que presume descentralización, Ripple está actuando como un banco central sin rendición de cuentas.