Pakistán explora reservas en bitcoin con Michael Saylor

 Pakistán explora reservas en bitcoin con Michael Saylor
  • ¿Puede una reunión con Michael Saylor impulsar a Pakistán a que use bitcoin como reserva de valor?
  • 592,100 BTC corporativos: ¿referente para una estrategia soberana en un país con reservas en dólares de solo 17 000 M USD?

El 15 y 16 de junio de 2025, Michael Saylor, presidente ejecutivo de Strategy (MicroStrategy), mantuvo conversaciones con el ministro de Finanzas de Pakistán, Muhammad Aurangzeb, y el ministro de Estado para blockchain y cripto, Bilal Bin Saqib, para explorar el posible papel de Bitcoin en las reservas soberanas y el diseño de un marco regulatorio de activos digitales. Strategy posee 592,100 BTC, el mayor balance corporativo conocido, valorado en más de 62 000 M USD. La reunión es catalogada como un hito en el esfuerzo de Pakistán por convertirse en un mercado emergente “Bitcoin-ready” dentro del Sur Global.

Pakistán enfrenta presiones macroeconómicas: a mediados de junio de 2025, sus reservas internacionales líquidas rondaban los 17 000 M USD, un nivel sensible frente a obligaciones externas crecientes y un déficit fiscal sostenido. La inflación anual repuntó a 3.5 % en mayo de 2025, tras mínimos históricos, reflejando la volátil recuperación económica. En este contexto, la búsqueda de activos no correlacionados con el dólar y mecanismos alternativos de reserva cobra relevancia: Bitcoin, si bien con alta volatilidad, es defendido por Saylor como “el activo más fuerte para la resiliencia a largo plazo” cuando se autocustodia.

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Pakistán creó en marzo de 2025 el Pakistan Crypto Council (PCC) para desarrollar regulación de blockchain y cripto, con Bilal Bin Saqib al frente y apoyo de asesores como Changpeng Zhao. El PCC impulsa marcos FATF-compliant, licenciamiento de VASPs y exploración de integración de blockchain en servicios públicos. Al aspirar a liderar el Sur Global en adopción de activos digitales, Pakistán busca atraer capital y talento global: “Si el mundo confía en ti y escucha tus palabras, el capital fluirá a Pakistán”, enfatizó Saylor durante la reunión.

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Técnicamente, considerar Bitcoin en reservas soberanas implica diseñar estructuras de custodia segura (self-custody o custodios institucionales con mínimos riesgos), definir límites porcentuales según tolerancia de volatilidad y correlación con otros activos nacionales, y adaptar marcos contables y fiscales para su tenencia. Para un país con reservas limitadas, incluso una asignación pequeña a Bitcoin debería manejarse con rigurosos protocolos de gestión de riesgos y estrategias de liquidez. Desde el punto de vista fundamental, la narrativa de diversificación y protección contra devaluación de moneda local y choques externos es poderosa, aunque requiere convicción política y respaldo institucional sólido.

En el plano del mercado global, la creciente adopción de Bitcoin por corporaciones como Strategy y la emergencia de ETFs en mercados desarrollados sugieren madurez progresiva del activo, pero también subrayan la volatilidad y la dependencia de la liquidez de los mercados de derivados. Pakistán, al dialogar con figuras como Saylor, busca aprovechar la experiencia de los pioneros de Bitcoin para evitar errores de implementación y diseñar un ecosistema regulatorio que equilibre innovación, protección al inversor y estabilidad financiera. La claridad de intenciones (commitment) y la existencia de talento local en tecnología y finanzas serán determinantes para concretar iniciativas piloto de reservas o pilotaje de usos de la cadena, como remesas o pagos transfronterizos en pilotos controlados.

Al evaluar el impacto en la comunidad inversora intermedia, esta reunión refuerza la percepción de Bitcoin como activo estratégico más allá de la especulación. Invita a inversores a reflexionar sobre la evolución de Bitcoin desde un instrumento de inversión personal hacia un componente posible de reservas institucionales nacionales. Sin embargo, es fundamental mantener objetividad: la historia de activos alternativos muestra tanto éxitos como retrocesos cuando se adopta sin marco sólido. La postura constructiva es monitorear cómo Pakistán articula su política, qué porcentaje podría asignar, cómo gestionará la volatilidad y qué infraestructura de custodia implementará.

La lección para el lector inversor intermedio es doble: por un lado, observar que Bitcoin continúa ganando legitimidad al considerarse para reservas soberanas en economías emergentes con necesidades de diversificación y resiliencia; por otro, entender que la adopción real requiere un análisis riguroso de riesgos, gobernanza y tecnología de custodia. Este episodio con Pakistán ilustra la maduración del debate: Bitcoin entra en la agenda de política macroeconómica de países con limitadas reservas en divisas, evidenciando una faceta más profunda de su rol potencial en un sistema financiero global cambiante.

En última instancia, la iniciativa despierta reflexión sobre el papel de Bitcoin en estrategias de tesorería nacional: ¿puede un país con alta vulnerabilidad externa y reservas limitadas arriesgar una asignación a Bitcoin? El cierre editorial invita a valorar que, independientemente de la decisión final de Pakistán, el diálogo con expertos como Saylor aporta conocimiento clave para abordar los desafíos técnicos, regulatorios y de gobernanza de integrar Bitcoin en contextos soberanos. Esta conversación marca un paso significativo en la narrativa global de Bitcoin, instando al lector a ponderar con rigor sus implicaciones en la inversión y en la evolución del ecosistema financiero mundial.