La cena de $300.000 con Trump terminó en pan, mantequilla y decepción.

 La cena de $300.000 con Trump terminó en pan, mantequilla y decepción.
  • Más de 220 holders del token #TRUMP asistieron a una cena exclusiva con Donald Trump tras adquirir grandes cantidades del memecoin, incluyendo un TikToker que gastó $300.000.
  • La cena resultó en decepción gastronómica, descontento por la falta de contenido cripto y un creciente escándalo político por presunta violación de leyes de financiamiento.

La esperada cena privada con el presidente Donald Trump, ofrecida a los principales holders del memecoin #TRUMP, ha derivado en un escándalo que combina mal gusto culinario, vacíos discursivos y controversias legales. Lo que prometía ser un evento exclusivo para quienes más creyeron en el proyecto cripto vinculado al presidente estadounidense, terminó siendo descrito por asistentes como “la peor cena de sus vidas”, con ingredientes de fondo que ahora comprometen incluso a organismos de justicia.

El encuentro, celebrado el pasado 22 de mayo en el Trump National Golf Club en Virginia, congregó a los 220 mayores tenedores del token TRUMP, quienes lograron su acceso tras adquirir importantes cantidades del activo. Uno de ellos, el tiktoker Nicholas Pinto, declaró haber gastado aproximadamente $300.000 en la moneda solo para asegurar su asiento en la mesa presidencial.

Pinto no se guardó críticas. Declaró al medio WIRED que “fue la peor comida de su vida” y calificó el discurso de Trump como “completo bullshit”. Incluso bromeó con que hubiese preferido una hamburguesa de McDonald’s antes que el menú que incluía ensalada orgánica, filete mignon, halibut sellado al sartén, y lava cake de postre. Otros asistentes coincidieron en que el plato principal era de calidad “similar a carne de supermercado”, según declaraciones recogidas por Fortune.

Entre memecoins y política: un evento cargado de tensiones

Sin embargo, la decepción no se limitó al paladar. Según videos compartidos en redes, el discurso de Trump fue genérico y vago, especialmente en relación con el mundo cripto:

“Ustedes creen en el tema cripto. Muchas personas están empezando a creer en ello… Esto puede ser algo especial — quién sabe, ¿cierto?”

El presidente abandonó el evento poco después de su intervención, sin quedarse a entregar personalmente el reloj conmemorativo prometido a los mayores inversores. Esta omisión alimentó aún más el descontento.

Entre los asistentes también se encontraba el fundador de Tron, Justin Sun, quien habría pagado $19 millones para asistir, según reportes previos. El evento, en lugar de consolidar la legitimidad del token y del respaldo político, ha avivado el debate sobre la frontera entre apoyo institucional y aprovechamiento de las criptomonedas para fines políticos.

La reacción política: acusaciones de corrupción y demandas de investigación

El revuelo no tardó en alcanzar el plano legislativo. La senadora Elizabeth Warren exigió transparencia total sobre la lista de asistentes al evento, bajo el argumento de que el público estadounidense “no sabe quién está comprando acceso al presidente”. Por su parte, el senador Richard Blumenthal fue más contundente, acusando a Trump de “vender acceso” y de “traicionar a Estados Unidos”.

En paralelo, la congresista Maxine Waters presentó un proyecto de ley orientado a combatir la “corrupción cripto”, sugiriendo que entidades extranjeras podrían estar detrás del financiamiento en tokens como TRUMP. Hasta el momento, más de 30 congresistas han solicitado al Departamento de Justicia una investigación formal para determinar si la cena violó la Constitución, que prohíbe que ciudadanos extranjeros financien campañas políticas.

Lo que comenzó como un ejercicio de marketing político cripto se ha convertido en una narrativa incómoda para la campaña de Trump y para el ecosistema de memecoins. La escena deja una enseñanza clara para los inversores: el respaldo de figuras públicas, incluso de alto perfil, no garantiza ni utilidad ni retorno. Y cuando los incentivos financieros se cruzan con agendas políticas, el riesgo reputacional y legal puede superar con creces cualquier promesa especulativa.