Francia apuesta por minar Bitcoin con excedente nuclear: ¿modelo para el mundo?

 Francia apuesta por minar Bitcoin con excedente nuclear: ¿modelo para el mundo?
  • Un gigavatio de excedente eléctrico podría generar entre $100 y $150 millones anuales en ingresos minando Bitcoin, según legisladores franceses.
  • El calor residual de la minería también podría utilizarse para calefacción, procesos industriales y agricultura, en una estrategia ya aplicada en Islandia, Noruega y Suecia.

Francia podría convertirse en potencia minera con energía limpia y sobrante

Un grupo de legisladores en Francia ha propuesto oficialmente un experimento de cinco años para canalizar el excedente eléctrico —en especial el proveniente de centrales nucleares— hacia la minería de Bitcoin. El plan, presentado ante la Asamblea Nacional el pasado 11 de julio, no solo busca rentabilizar energía que hoy se desperdicia, sino posicionar al país como un actor relevante dentro del ecosistema global de criptoactivos.

Minería con excedente: una respuesta pragmática al despilfarro energético

La propuesta surge en un contexto particular: Francia, al igual que otros países con fuerte infraestructura energética, enfrenta regularmente episodios de sobreproducción eléctrica que no pueden almacenarse ni venderse eficientemente. Según el texto legislativo, los productores se ven forzados a vender esa energía con pérdidas o incluso desecharla, generando un doble desperdicio: económico y energético.

El problema se agrava en el caso de la energía nuclear, pilar del sistema eléctrico francés. Las regulaciones vigentes obligan a las plantas a modular su producción en función del aporte de las renovables, lo que somete a las instalaciones a ciclos irregulares y dañinos para su infraestructura. En este escenario, la minería de Bitcoin aparece como una solución técnica y económicamente viable.

Proyecciones: ganancias millonarias y reutilización del calor

La cifra que más ha llamado la atención del sector es el cálculo de ingresos: entre $100 y $150 millones anuales podrían generarse si se asigna apenas un gigavatio de electricidad a la minería de Bitcoin. Esto, sin necesidad de comprometer el suministro actual ni competir con el consumo residencial o industrial, ya que se trata de energía que de otro modo se perdería.

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Además del incentivo económico, los legisladores destacan una ventaja colateral poco discutida: la minería genera calor que puede recuperarse para usos térmicos útiles. Equipos especializados permitirían canalizar ese calor para calentar viviendas, invernaderos o alimentar procesos industriales, replicando modelos ya implementados en países nórdicos como Islandia y Noruega.

Ubicación estratégica y beneficios complementarios

Otro punto clave del plan francés es la propuesta de ubicar estos centros de datos en zonas industriales abandonadas o cercanas a las plantas de generación eléctrica, lo que permitiría revitalizar regiones deprimidas y reducir los costos de infraestructura.

De aprobarse, este proyecto marcaría una ruptura con la narrativa tradicional europea que suele asociar la minería de Bitcoin con desperdicio energético. En cambio, lo reinterpreta como una herramienta flexible, monetizable y capaz de mejorar la eficiencia de los sistemas eléctricos nacionales.

Minería de Bitcoin como estabilizador de red

La lógica técnica detrás de la propuesta no es nueva, pero sí inusual en el discurso político: al utilizar minería como «carga flexible» —es decir, consumidores que pueden apagarse o encenderse rápidamente según disponibilidad energética—, se contribuye a estabilizar la red sin la necesidad de almacenamiento físico. En vez de construir costosos sistemas de baterías o limitar la producción renovable en días de sobreoferta, se puede monetizar esa energía mediante minería.

En palabras del proyecto: “La única manera de no desperdiciar electricidad es minando Bitcoin”. También se analiza esta flexibilidad operativa en esta nota reciente sobre el ajuste minero

Esta visión convierte al minero de Bitcoin en un participante activo del sistema energético, no un consumidor parásito como muchas veces se lo presenta.

Un giro en la narrativa europea

Francia, que ha mantenido históricamente una postura ambigua frente a los criptoactivos, ahora parece dispuesta a liderar una estrategia innovadora. El proyecto —impulsado en parte por la Asociación para el Desarrollo de Activos Digitales (ADAN)— se alinea con una visión moderna donde Bitcoin no es solo una reserva digital de valor, sino también una herramienta de eficiencia energética.

Esta relectura estratégica contrasta con las medidas restrictivas de otros gobiernos europeos, y si se materializa, podría generar un efecto contagio en países con desafíos similares de excedente eléctrico.

El proyecto francés marca un punto de inflexión: por primera vez en Europa, se plantea usar la minería de Bitcoin no como amenaza ambiental, sino como aliado energético. Si esta iniciativa se aprueba y demuestra resultados tangibles en los próximos cinco años, Francia no solo podría consolidarse como hub minero de bajo impacto, sino también establecer un precedente replicable a nivel global. Una oportunidad que mezcla eficiencia, rentabilidad y visión tecnológica —valores que Bitcoin ha representado desde sus orígenes—.

¿Y si el futuro de la energía no estuviera solo en producir más, sino en saber monetizar lo que hoy dejamos escapar?