Estrategias corporativas en Bitcoin y Ethereum: dos caminos distintos

 Estrategias corporativas en Bitcoin y Ethereum: dos caminos distintos
  • Strategy ya controla más de 636.505 BTC, equivalentes a más del 3% del suministro total.
  • ¿Es comparable la apuesta de Michael Saylor en Bitcoin con la de Joe Lubin en Ethereum?

La carrera corporativa por acumular activos digitales está en pleno auge. Sin embargo, no todas las estrategias son iguales ni todas las compras responden a la misma lógica. Mientras la compañía Strategy (antes MicroStrategy) continúa ampliando su gigantesca posición en Bitcoin mediante mecanismos de financiamiento tradicionales, la figura de Joe Lubin, cofundador de Ethereum, genera debate por las diferencias en el origen y la naturaleza de sus tenencias de ETH.

El contraste entre ambas posturas plantea una pregunta central: ¿hasta qué punto la acumulación de criptomonedas por parte de empresas y fundadores contribuye a la descentralización del ecosistema, o simplemente refuerza estructuras de poder ya existentes?

Strategy y la compra sistemática de Bitcoin Entre el 26 de agosto y el 1 de septiembre, Strategy adquirió 4.048 BTC por unos $449,3 millones de dólares, a un precio promedio de $110.981 dólares por unidad. Con esta operación, la compañía elevó sus tenencias a 636.505 BTC, con un valor aproximado de $70.000 millones de dólares.

Este nivel de acumulación representa más del 3% del suministro total de Bitcoin, convirtiendo a Strategy en el mayor tesoro corporativo del sector. El costo total de adquisición asciende a $47.000 millones de dólares, lo que implica unas ganancias no realizadas de cerca de $23.000 millones de dólares.

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Para financiar estas compras, la firma ha desplegado una compleja arquitectura de emisión de capital y deuda. Solo en la última operación vendió 1,23 millones de acciones de MSTR por $425,3 millones de dólares. Además, complementó con emisiones de acciones preferentes STRK, STRF y STRD, cada una con características de riesgo y retorno distintas, que forman parte de un plan de recaudación ampliado a $84.000 millones de dólares hasta 2027.

Este esquema, aunque criticado por algunos inversores por diluir el valor de las acciones y por mantener una prima elevada sobre el valor liquidativo de los BTC en cartera (mNAV actual de 1,37x), refleja una estrategia consistente: aprovechar el acceso a los mercados de capitales para reforzar la exposición a Bitcoin. Michael Saylor ha defendido este enfoque incluso bajo escenarios extremos, afirmando que la empresa podría resistir una caída del 90% en el precio de BTC durante cinco años, aunque con perjuicio evidente para sus accionistas.

Lubin y Ethereum: motivaciones cuestionadas

En paralelo, la narrativa alrededor de Ethereum y su cofundador Joe Lubin despierta un análisis diferente. A diferencia de la acumulación “orgánica” de Strategy, las tenencias de Lubin provienen en gran parte del premine inicial de Ethereum, es decir, monedas asignadas antes de la existencia de un mercado libre y competitivo.

Críticos señalan que esta dinámica convierte la estrategia de Lubin en un proceso más cercano a la capitalización de una posición privilegiada que a una apuesta empresarial fundamentada en el riesgo de mercado. Además, su participación en proyectos de monedas digitales de bancos centrales (CBDC) ha generado sospechas sobre la compatibilidad de su rol con los principios de descentralización que inspiran al ecosistema cripto.

Si en el caso de Strategy la discusión gira en torno a la sostenibilidad de un modelo corporativo hiperapalancado en Bitcoin, en el de Lubin la controversia está marcada por la legitimidad de las fuentes de acumulación de ETH y por las implicaciones éticas de su influencia en el desarrollo del protocolo y sus usos institucionales.

Lo que parece claro es que el fenómeno de acumulación corporativa continuará creciendo. Más de 160 empresas públicas ya poseen reservas de BTC, desde mineras como Riot Platforms hasta firmas financieras como Coinbase, con cantidades que oscilan entre 50.000 y 10.000 BTC. El incentivo de participar en un activo de oferta limitada y creciente reconocimiento institucional refuerza esta tendencia.

Bitcoin y Ethereum enfrentan realidades distintas en su adopción corporativa. Mientras la primera se consolida como un activo de tesorería mediante esquemas de financiamiento tradicionales, la segunda carga con el peso de sus orígenes centralizados y de las decisiones de sus fundadores.

La pregunta para los próximos años será si la narrativa de descentralización logra imponerse a las prácticas de concentración de poder, o si el sector seguirá replicando las mismas dinámicas de dependencia que en los mercados tradicionales.