Correos revelan la influencia financiera de Epstein en los primeros años de Bitcoin

- Correos internos del MIT revelan que Jeffrey Epstein facilitó parte de la financiación inicial de Bitcoin Core a través del Media Lab.
- La correspondencia muestra cómo la Iniciativa de Moneda Digital del MIT captó desarrolladores clave tras el colapso de la Fundación Bitcoin.
El sector cripto volvió a quedar bajo la lupa institucional. Nuevos correos electrónicos publicados por el Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes en Estados Unidos arrojan claridad y también controversia sobre los orígenes de una de las piezas más importantes en la infraestructura de Bitcoin: la financiación de los desarrolladores de Bitcoin Core, la implementación de referencia del protocolo.
Las comunicaciones, provenientes del archivo patrimonial de Jeffrey Epstein, muestran que el difunto financiero y convicto sexual no solo mantuvo contacto directo con Joichi Ito, entonces director del MIT Media Lab, sino que además financió de forma directa e indirecta la Iniciativa de Moneda Digital (DCI). De esos fondos emergió una parte del soporte económico para desarrolladores fundamentales del ecosistema.
Estas revelaciones reavivan un debate histórico: ¿podría el financiamiento institucional incluso cuando proviene de orígenes cuestionables haber influido en el desarrollo temprano de Bitcoin?
El MIT, la DCI y el vacío que dejó la quiebra de la Fundación Bitcoin
En 2015, el ecosistema atravesaba un momento crítico. La Fundación Bitcoin, principal entidad que financiaba a desarrolladores como Gavin Andresen, Wladimir van der Laan y Cory Fields, se encontraba en crisis financiera y reputacional. Las renuncias masivas, sumadas al escándalo alrededor de Brock Pierce y sus cofundadores, precipitaron su colapso operativo.
Suscríbete y recibe las mejores actualizaciones e informes en tu bandeja de entrada

Ito vio en este vacío una oportunidad estratégica para el MIT:
“Actuamos con rapidez […] y los tres desarrolladores decidieron unirse al Media Lab. Esto supone un gran logro para nosotros”, escribió Ito en un correo reenviado a Epstein.
La DCI nació oficialmente en abril de 2015 con la misión de ofrecer “financiación estable y sostenible para los desarrolladores de Bitcoin Core”. Y, según la correspondencia, parte de esos fondos provenían de Epstein:

“Utilizamos fondos donados para financiar esto […] Gracias”, escribió Ito a Epstein días después de la creación del programa.
El contenido deja entrever que el Media Lab logró posicionarse como un nuevo polo de referencia para el desarrollo del protocolo en un momento en el que la comunidad necesitaba estabilidad.

Donantes, favores y silencios: el rol de Leon Black
Las nuevas publicaciones confirman que Leon Black, socio de Epstein y ex director ejecutivo de Apollo Global Management, canalizó donaciones hacia el Media Lab a través de Epstein. Durante años se especuló sobre si el multimillonario había sido el responsable de una contribución anónima de 5 millones de dólares al laboratorio; los correos lo confirman.
El mensaje de Ito es claro:
“Pudimos conservar el dinero de Leon Black, pero los 25.000 dólares de tu fundación están siendo devueltos”.

El intercambio sugiere que Epstein actuaba como intermediario financiero y reputacional, gestionando flujos de dinero de terceros hacia la universidad.
Para una institución cuyo prestigio depende de la credibilidad científica, la relación con Epstein terminó siendo insostenible. Ito presentó su renuncia en 2019 tras el reportaje de investigación de Ronan Farrow que expuso estas conexiones con mayor profundidad.
¿Influencia indebida o simple financiación? Voces desde el desarrollo
Las reacciones dentro del mundo técnico son matizadas. Wladimir van der Laan, uno de los principales mantenedores de Bitcoin Core, afirmó no haber sabido nada sobre la procedencia exacta de los fondos:
“La financiación de DCI no es muy transparente, sobre todo antes”, señaló, subrayando que nunca hubo condiciones o intentos de influencia en las decisiones de desarrollo.
Es un punto clave: Bitcoin Core es un proyecto abierto, auditado, revisado y supervisado por una comunidad global, lo que reduce drásticamente la posibilidad de que un financiador pueda condicionar unilateralmente su evolución técnica.
Aun así, la pregunta persiste: ¿debería la comunidad replantearse los mecanismos de financiación, incluso cuando no existe evidencia de interferencia?
Una etapa turbulenta que marcó el futuro del protocolo
La presencia de Epstein y sus socios en los primeros estadios del desarrollo institucional de Bitcoin es un hecho incómodo, pero también un recordatorio de la fragilidad económica del ecosistema en aquellos años.
En 2015 no existían los cientos de millones de dólares que hoy fluyen desde empresas, fondos y donantes globales para sostener la infraestructura de Bitcoin. El proyecto dependía, en gran parte, de filantropía dispersa y organizaciones con estructuras precarias.
Ese contexto explica por qué el colapso de la Fundación Bitcoin fue un riesgo sistémico. Y por qué el MIT y sus donantes, cuestionables o no, se convirtieron en una tabla de salvación temporal.
Mirar atrás para entender hacia dónde va Bitcoin
La divulgación de estos correos no cambia la naturaleza de Bitcoin: un protocolo abierto, resistente a la censura y gobernado por consenso, no por financistas. Pero sí invita a una reflexión necesaria: la descentralización tecnológica debe acompañarse de una descentralización financiera, especialmente en la financiación de desarrolladores.
El ecosistema ha avanzado en esa dirección, con organizaciones globales que hoy aportan recursos de manera transparente. Sin embargo, la historia recuerda que incluso un sistema tan robusto como Bitcoin atravesó momentos de vulnerabilidad institucional. Entenderlos protege su futuro y subraya la importancia de seguir construyendo un modelo de financiación ético, plural y sostenible.