¿Cobre o Bitcoin? El capital rota hacia los metales en 2025

 ¿Cobre o Bitcoin? El capital rota hacia los metales en 2025
  • El cobre sube más de un 40 % en 2025 y supera el desempeño de Bitcoin, que acumula una caída cercana al 6 % en el mismo período.
  • Oro, plata y platino marcan máximos históricos, reabriendo el debate sobre si los activos duros físicos están desplazando temporalmente a los digitales.

La narrativa dominante en el ecosistema cripto durante buena parte de 2025 giró en torno a una eventual “altseason” y a la posibilidad de nuevos máximos históricos para Bitcoin. Sin embargo, mientras gran parte del mercado miraba a los gráficos digitales, otro ciclo comenzó a tomar forma fuera del radar cripto: el de los metales. No solo los metales preciosos, tradicionalmente asociados a refugio de valor, sino también los metales industriales, con el cobre como protagonista.

La rotación hacia activos duros: números que explican el fenómeno

El comportamiento de los metales en 2025 ha sido, desde el punto de vista estadístico, difícil de ignorar. El oro suma más de 13 billones de dólares en capitalización adicional durante el año, consolidándose como uno de los activos con mejor rendimiento global. La plata, con una capitalización cercana a los 4,2 billones de dólares, se posiciona ya entre los activos más valiosos del mundo. El paralelismo histórico más citado por analistas remite a 1979, cuando la inflación estadounidense superaba el 11 % y los activos reales lideraban los retornos.

El cobre, por su parte, ha roto una barrera psicológica y técnica al superar los 12.000 dólares por tonelada, alcanzando máximos tanto en mercados asiáticos como occidentales. Su avance anual superior al 40 % contrasta con un Bitcoin que, tras años de liderazgo en retornos ajustados por riesgo, atraviesa una fase de consolidación y corrección moderada.

Esta divergencia ha llevado a algunos analistas a hablar abiertamente de una “metal season”, una etapa en la que los flujos de capital priorizan activos tangibles frente a narrativas tecnológicas o monetarias de mayor volatilidad.

Suscríbete y recibe las mejores actualizaciones e informes en tu bandeja de entrada

Cobre: de insumo industrial a activo macro estratégico

A diferencia del oro o la plata, el cobre no se percibe tradicionalmente como reserva de valor. Sin embargo, su rol en la economía global ha cambiado de forma estructural. La electrificación, la transición energética, la infraestructura para vehículos eléctricos y los centros de datos han disparado la demanda estructural del metal.

El problema es que la oferta no acompaña. La producción en el mayor país productor de cobre se encuentra en su nivel más bajo en más de una década, un dato crítico si se considera que los precios ya están en máximos históricos. Esta combinación de demanda creciente y oferta rígida abre un escenario de descubrimiento de precios que muchos inversores consideran aún incompleto.

Desde una óptica macro, el cobre comienza a comportarse como un termómetro adelantado del ciclo económico y, al mismo tiempo, como un activo de cobertura frente a la depreciación monetaria. No es casual que algunos gestores lo posicionen como uno de los activos clave de 2026.

Bitcoin frente al nuevo contexto macro

Bitcoin, por su parte, enfrenta un escenario más complejo en el corto plazo. Aunque su tesis monetaria de escasez absoluta limitada a 21 millones de unidades permanece intacta, los flujos de corto plazo muestran mayor cautela. La volatilidad, las expectativas divergentes sobre política monetaria y la incertidumbre geopolítica han reducido el apetito especulativo.

A ello se suma un mercado dividido: mientras algunos analistas anticipan nuevos máximos históricos en el próximo ciclo, otros describen 2026 como un año “demasiado caótico para predecir”. Incluso voces mediáticas tradicionalmente influyentes han adoptado posturas bajistas, lo que suele amplificar la percepción de riesgo, especialmente entre inversores menos sofisticados.

El dato relevante no es tanto la corrección puntual del precio, sino el contraste con activos que hoy ofrecen rendimientos positivos, menor volatilidad relativa y una narrativa macro más comprensible para el capital tradicional.

Señales extremas y comportamientos atípicos

En todo ciclo de rotación aparecen señales anecdóticas que, sin ser representativas por sí solas, reflejan el clima psicológico del mercado. Casos de inversores que liquidan posiciones en Bitcoin para adquirir metales físicos, o incluso monedas de curso legal cuyo contenido metálico supera su valor nominal, ilustran hasta qué punto la percepción de escasez tangible vuelve a ganar terreno.

Este tipo de arbitrajes no define una tendencia estructural, pero sí evidencia una búsqueda de certeza en un entorno donde la confianza en las monedas fiat sigue erosionándose.

El hecho de que algunos analistas describan al cobre como una “segunda oportunidad” para quienes llegaron tarde al rally del oro y la plata refuerza la idea de que el capital no abandona el concepto de escasez, sino que lo redefine temporalmente.

El desempeño superior de los metales en 2025 no invalida la tesis de Bitcoin como activo monetario de largo plazo, pero sí recuerda una lección recurrente en los mercados: los ciclos rotan y el capital persigue narrativas respaldadas por datos. Hoy, el cobre encarna una combinación poco común de escasez física, demanda estructural y rezago productivo. Bitcoin, en cambio, sigue siendo una apuesta asimétrica a largo plazo, aunque sufre cuando el mercado prioriza certezas tangibles sobre promesas de disrupción. Para el inversor intermedio, la enseñanza no pasa por elegir entre uno u otro, sino por entender en qué fase del ciclo se encuentra cada activo y por qué, en determinados momentos, el mercado decide mirar primero al metal antes que al código.