Bitcoin, violencia y custodia: el oscuro trasfondo de la seguridad cripto

 Bitcoin, violencia y custodia: el oscuro trasfondo de la seguridad cripto
  • 🔒 Una fortuna en Bitcoin desató 17 días de suplicio en Manhattan.
  • 😱 Tortura con motosierra, ahogamiento simulado y humillación para obtener una contraseña.

$24 millones costó alquilar la lujosa casa donde ocurrió el secuestro.
Varias hardware wallets fueron incautadas junto con teléfonos y armas.

Un secuestro digno de Hollywood, pero con claves privadas

El ecosistema cripto se ha acostumbrado a lidiar con hacks, estafas de ingeniería social y exploits sofisticados. Sin embargo, el reciente caso judicial en Manhattan expone una amenaza más primitiva y brutal: la violencia física por la posesión de Bitcoin.

Michael Carturan, un joven inversor italiano de 28 años, fue secuestrado y torturado durante 17 días en una mansión de seis pisos alquilada por $24 millones, todo para obtener el acceso a sus claves privadas.

Los acusados, William Duplessie (33) y John Woeltz (37), ambos inversores cripto y exsocios de Carturan, enfrentan cargos por secuestro, tortura y posesión ilegal de armas. Según la fiscalía, utilizaron una motosierra, pistolas Taser, picana eléctrica y ahogamiento simulado para doblegarlo. También se incautaron bridas, sierras, cuchillos, ropa quemada y dispositivos de almacenamiento en la propiedad.

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Woeltz no era un desconocido en el ecosistema. Había sido activo en la comunidad de Grin, una altcoin centrada en privacidad, participando en auditorías técnicas y discusiones sobre bibliotecas criptográficas. La ironía no pasó desapercibida: quien hablaba de seguridad y descentralización acabó acusado de buscar contraseñas a punta de violencia.

¿Un estilo de vida o una red de manipulación?

La defensa sostiene que Carturan participó voluntariamente en actividades de “novatadas” propias de una fraternidad privada entre millonarios cripto, lo que explicaría los videos donde aparece fumando crack, en actos sexuales o con un collar BDSM. Incluso se citó una frase de Carturan donde habría descrito su estadía como parte de “un estilo de vida”.

Pero para la fiscalía, el comportamiento errático de la víctima fue resultado de una estrategia de manipulación y sometimiento. Se presentó un “manifiesto” donde los acusados planeaban “purgar” a otros inversores extranjeros ganándose su confianza. Se sospecha que existen dos víctimas más y se hallaron 30 celulares, laptops y wallets cripto bajo análisis.

Además, la fianza impuesta por $1 millón no podrá pagarse en criptomonedas. “Tendrán que convertirla. Los criptoactivos llegaron para quedarse, pero aún no sirven para todo”, dijo el fiador Ira Judelson, conocido por haber representado a celebridades como Jay-Z o Harvey Weinstein.

Criptomonedas y custodia: una reflexión pendiente

Este caso, por más extremo que parezca, revela una tensión estructural en el mundo cripto: la libertad financiera radical también conlleva riesgos radicales. La autocustodia ha sido uno de los pilares ideológicos del movimiento Bitcoiner desde sus inicios, pero conlleva un costo: el usuario es responsable absoluto de la seguridad de su capital, incluso frente a amenazas físicas.

Si bien los casos de extorsión violenta siguen siendo marginales en comparación con ataques digitales, su potencial destructivo es mayor. Nadie hackea con una motosierra, pero sí puede lograr acceso con suficiente intimidación.

También pone en entredicho las narrativas que idealizan el estilo de vida cripto-millonario. Lejos de la imagen del inversor sofisticado y libre, lo que aparece en este caso es un entorno de excesos, descontrol y relaciones comerciales opacas que derivan en violencia.

No basta con predicar la soberanía financiera si no se construye, en paralelo, una cultura de seguridad integral. Bitcoin otorga poder, pero también exige responsabilidad. Y como este perturbador caso nos recuerda, las llaves privadas no solo se guardan en frío: también deben protegerse de las llamas, las cadenas… y de quienes se dicen amigos.

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