Bitcoin alcanza el zettahash: la nueva era de la minería

- La tasa de hash superó los 1.107 EH/s, marcando un salto histórico.
- Los ingresos mineros caen pese al aumento de eficiencia en hardware.
1.107 EH/s en ocho días. La red de Bitcoin sumó más de 111 EH/s en poco más de una semana, llevando el poder de cómputo a niveles nunca vistos.
Menores recompensas, mayor dificultad. La dificultad se ubica en 142,34 billones, reduciendo el margen de ganancia por petahash incluso frente al mes pasado.
Un salto técnico sin precedentes
Bitcoin está experimentando una paradoja en su estructura minera. A pesar de la caída en los ingresos unitarios y del incremento en la dificultad, el hashrate no solo se mantiene, sino que se dispara. La clave está en la llegada masiva de una nueva generación de ASICs de alto rendimiento, liberados por gigantes como Bitmain, MicroBT, Canaan, Auradine y Block.

Estos dispositivos logran reducir de manera significativa la métrica crítica de julios por terahash, ofreciendo un poder de cómputo superior con menor consumo energético por unidad procesada. Un solo equipo de última generación es capaz de entregar hasta 1 PH/s, dejando obsoletos los modelos previos.
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El impacto económico para los mineros
El crecimiento del hashrate no se traduce en mayores ingresos inmediatos. Con un precio de Bitcoin aún oscilando en torno a los $110.000, el margen por hash se ha comprimido. Los mineros deben enfrentarse a tres presiones simultáneas:
- Altos costos energéticos. Aunque la eficiencia mejora, la escala de operación exige un consumo masivo de electricidad.
- Rápida obsolescencia tecnológica. Los equipos lanzados hace apenas dos años ya lucen anticuados frente a los nuevos ASICs.
- Reducción de recompensas. Con cada ajuste de dificultad, los ingresos por bloque se reducen en términos relativos.
La ecuación obliga a los operadores a capitalizar con acceso preferente a electricidad barata y financiamiento agresivo para renovar equipos. Aquellos que no logren adaptarse quedarán rezagados.
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El cambio de paradigma: del exahash al zettahash
Durante la última década, la industria celebraba hitos en múltiplos de exahash. Hoy, la narrativa ya se mueve hacia los zettahash (ZH/s). Este cambio semántico refleja la magnitud del salto computacional y plantea nuevas preguntas sobre la sostenibilidad energética de la red.
El hashrate creciente, sin embargo, también actúa como un ancla de seguridad para Bitcoin. A mayor potencia de cómputo, más costoso se vuelve atacar la red, reforzando su estatus como la infraestructura digital más robusta jamás creada.
La estampida de hashrate revela el inicio de una nueva era en la minería: una competencia darwiniana donde la supervivencia depende de integrar rápidamente el mejor hardware, asegurar contratos energéticos a gran escala y mantener acceso a capital. El músculo computacional de Bitcoin se expande sin precedentes, pero detrás de cada petahash late un dilema: ¿hasta dónde puede escalar la eficiencia sin comprometer la rentabilidad? Para los inversores, el mensaje es claro: la minería se ha vuelto un juego corporativo de gran capital, y su evolución marcará el pulso de la seguridad y sostenibilidad del ecosistema en los próximos años.