25 de abril de 2025

Ballenas de Ethereum huyen con pérdidas millonarias

 Ballenas de Ethereum huyen con pérdidas millonarias
  • Dos ballenas y una cuenta vinculada a World Liberty habrían liquidado más de 73.000 ETH con pérdidas superiores a $160 millones, reforzando el sentimiento bajista.
  • La acción del precio y los indicadores técnicos muestran un debilitamiento estructural que podría anticipar nuevos mínimos si no cambia la dinámica compradora.

Ethereum atraviesa uno de sus momentos más delicados en lo que va del 2025. A pesar de su robusto ecosistema de desarrollo y la posición que mantiene como la segunda criptomoneda más relevante por capitalización, los signos de debilidad técnica se multiplican, y la salida de jugadores de gran calibre —como las llamadas “ballenas”— añade una capa adicional de preocupación al entorno ya cargado de incertidumbre macroeconómica y desconfianza general en el ecosistema cripto. En las últimas horas, la tensión ha aumentado tras una venta masiva por parte de una dirección posiblemente vinculada a World Liberty Finance, un proyecto que ha sido objeto de especulación en redes por su aparente cercanía con Donald Trump y que ahora se suma a las señales de capitulación. Según datos provistos por Arkham Intelligence, dicha billetera vendió 5.471 ETH (unos $8,01 millones) a un precio promedio de $1.465 hace tan solo 30 minutos. Lo que agrava la situación es el contexto: esa misma entidad habría gastado aproximadamente $210 millones para adquirir 67.498 ETH a un promedio de $3.259, lo que implica una pérdida acumulada de cerca de $125 millones.

Esta operación no es aislada. Recientemente, dos direcciones identificadas como grandes poseedores de ETH decidieron también abandonar sus posiciones. En el primer caso, una ballena que mantuvo 10.000 ETH por más de 900 días, comprados en torno a los $1.295 salió del mercado con una ganancia modesta de $2.75 millones. Durante el rally que llevó a ETH por encima de los $4.000, esa posición llegó a valer $40 millones, lo que pone en evidencia un error de timing clásico: aferrarse al largo plazo ignorando los ciclos de mercado.

En un segundo caso, más arriesgado aún, otra ballena tomó una posición apalancada de más de $80 millones para adquirir 26.235 ETH a $3.084, pero se vio forzada a liquidar casi todo en dos fases: a $1.853 y luego a $1.471, consolidando pérdidas por cerca de $40 millones. Este tipo de eventos revelan el estrés al que están sometidos algunos de los actores más sofisticados del mercado. Desde un enfoque técnico, Ethereum permanece atrapado en un canal descendente, cotizando actualmente en torno a los $1.470. La pérdida sostenida del promedio móvil exponencial (EMA) de 200 días, junto con la presión de las EMAs de 50 y 100 días, refuerza el sesgo bajista. El índice de fuerza relativa (RSI) por debajo de 35 sugiere que ETH se aproxima a niveles de sobreventa, aunque sin señales claras de reversión inminente.

Más allá de los números, el daño psicológico que estas capitulaciones han causado no es menor. Cuando inversores con capacidad de sostener posiciones a largo plazo deciden asumir pérdidas, suele marcar fases de agotamiento o el inicio de una redistribución hacia manos más fuertes. El nivel de $1.400 se convierte ahora en una línea de defensa crítica; su pérdida podría arrastrar al precio hacia la zona de los $1.200, donde la narrativa podría volverse aún más sombría para el mediano plazo.

A esto se suma una creciente percepción de desalineación entre fundamentos y precio. A nivel tecnológico, Ethereum mantiene liderazgo en infraestructura para contratos inteligentes, presencia institucional y desarrollo de soluciones de escalado. Sin embargo, ni siquiera esos factores parecen frenar el drenaje de liquidez y confianza que está impactando al ecosistema.

Cuando incluso entidades supuestamente vinculadas a figuras de poder comienzan a vender en pérdida, no se trata solo de números: es un reflejo de la presión estructural que atraviesa el mercado. Los datos hablan con claridad: en entornos bajistas, la fe sin estrategia puede salir cara. Para el inversor intermedio, este episodio debe ser una advertencia: no se trata solo de “hodlear” o vender; se trata de entender el momento del ciclo, manejar la exposición al riesgo y nunca subestimar el impacto emocional que una racha bajista puede tener, incluso en los más grandes.

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