El dólar sube, los bonos a 10 años arden

- La subida inusual del rendimiento del bono estadounidense a 10 años refleja una tensión estructural en los mercados globales, y plantea dudas sobre la sostenibilidad de la deuda estadounidense.
- Bitcoin reaccionó con alta volatilidad intradía, lo que refuerza su carácter especulativo a corto plazo, pero también pone sobre la mesa su potencial como activo no correlacionado en contextos de inestabilidad macroeconómica.
La sacudida en el mercado de bonos de Estados Unidos durante la última jornada ha dejado señales preocupantes no solo para los inversores tradicionales, sino también para quienes operamos dentro del ecosistema de activos digitales. La referencia más seguida del mercado global, el rendimiento del bono a 10 años del Tesoro estadounidense, alcanzó el 4,22% en uno de los movimientos más bruscos desde marzo de 2020, y su comportamiento desafía los manuales clásicos de economía en momentos de aversión al riesgo.

Mientras los mercados bursátiles sufrían caídas arrastradas por renovadas tensiones comerciales entre EE.UU. y China, así como por un repunte en el índice del dólar (DXY), los rendimientos de los bonos del Tesoro que suelen bajar en momentos de búsqueda de seguridad se elevaron de forma abrupta. La subida del rendimiento, que implica una caída en el precio del bono, fue interpretada por algunos analistas como señal de venta masiva, posiblemente de tenedores extranjeros. Otros, sin embargo, apuntaron a factores domésticos como el temor creciente a una inflación estructural persistente.
Este comportamiento atípico podría estar señalando una pérdida de confianza en la capacidad del Estado estadounidense para financiar su deuda sin afectar su propia moneda. De hecho, mientras el 10Y superaba el 4,2%, el bono a 30 años subía desde 4,30% hasta un máximo intradía de 4,65%, en una dinámica que no veíamos desde los días más oscuros de la pandemia.
Bitcoin, que llegó a moverse hasta un 10% intradía durante esta jornada de alta volatilidad, parece seguir atrapado en la narrativa de activo especulativo de alta beta frente a los mercados tradicionales. Sin embargo, esta correlación empieza a mostrar fisuras cuando el pánico proviene de la estructura misma del sistema financiero fiduciario.
Para el inversor intermedio, esto plantea una pregunta clave: si los bonos del Tesoro de EE.UU., considerados por décadas como el «activo libre de riesgo», comienzan a reflejar desequilibrios estructurales, ¿dónde buscar refugio real? La tesis de Bitcoin como «oro digital» toma fuerza justamente en estos momentos, cuando lo que está en juego no es una caída bursátil, sino la propia arquitectura de confianza de la deuda soberana. Según datos del Tesoro, China aún mantiene cerca de $761.000 millones en deuda estadounidense, aunque su posición ha disminuido significativamente desde los picos alcanzados antes de 2013. Si bien algunos insisten en que podría usarse como arma geopolítica, lo cierto es que la mecánica de cuenta corriente y el diseño del sistema financiero internacional limitan mucho esa posibilidad. Como explicó el economista Michael Pettis, vender esos bonos sin consecuencias adversas para el propio país emisor es casi imposible sin modificar el superávit estructural que los genera.

Por su parte, los fundamentos de Bitcoin de oferta limitada, descentralización, inmunidad a las decisiones de bancos centrales, se mantienen intactos, y cobran más sentido en contextos donde los bonos de referencia ya no ofrecen ni refugio ni retorno real (ajustado por inflación). Lo que aún falta es tiempo y madurez en los mercados para que esa narrativa se refleje de forma consistente en los precios, sin las sacudidas que aún lo definen en el corto plazo.
Lo que ha ocurrido esta semana no es un simple episodio técnico en los mercados de renta fija. Es, quizás, una señal de advertencia más sobre la fragilidad del sistema global basado en deuda, confianza institucional y expansión monetaria sin límites. Bitcoin no es una solución perfecta ni inmediata, pero representa para quienes entendemos sus fundamentos una apuesta a la resiliencia frente a ese deterioro. Y cuando los instrumentos de deuda pública pierden su aura de seguridad, lo verdaderamente disruptivo no es que Bitcoin suba o baje un 10% en un día, sino que empiece a ganar legitimidad como alternativa sistémica.